
Pero esta asamblea dominical no ofrece servicios religiosos ordinarios.
Lanzada el mes pasado como una reunión para no creyentes, es -en palabras del maestro de ceremonias, el cómico británico Sanderson Jones- "en parte un espectáculo de baile, en parte una iglesia atea, una completa celebración de la vida".
Más de 300 personas se amontonan en las instalaciones de una iglesia desacralizada para unirse a la celebración en la mañana del domingo.
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