![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhqUa4tTTKTkEm5gMccA9NZJKhwbbbvKtkinm2gA9jxC9gfDGdpc8ESoOVZPa13QcpOLw-C6tvzKw1ia8iEzcDSxU4v-fUKoM_RxmY0xJ-v4-FIWrGx1-lTwZraxjq9DPHA5UXS2GFy0r0/s320/peluquera.jpg)
Por: Alexander Peña, colaborador especial de esta página desde la ciudad de Atlanta.
ATLANTA, GEORGIA, EE.UU. - Ocho años, casi todo el tiempo que tiene Adalgisa López ganándose la vida en Estados Unidos, duró arrendando sus destrezas como estilista. “Atajando pa’que otro enlace”, como dicen con ironía allá en Nagua, su tierra natal. Hace cuatro meses, cuenta satisfecha, hizo lo que ha permitido a decenas, acaso cientos de paisanas suyas mantenerse a flote y hasta prosperar en medio de la crisis: abrió un “Dominican salon” en Atlanta.
“En esto encontré un medio ideal para sostenerme, superarme. Y tiene mucha salida, porque a las morenas les gusta que las pelemos nosotras. Ese es el sello que buscan; donde lo ven, entran sin preguntar”, refiere Adalgisa en alusión al vocablo “Dominican” que sobresale en todas las fachadas de estos negocios, siempre asociado a la bandera homónima, y del que incluso echan mano como recurso publicitario no pocos comerciantes con otras raíces.
Como la jamaiquina Dalon Gibson, quien tiene en su Tru-Kutz Barber & Dominican Salon un equipo de barberos afroamericanos para la clientela masculina, y para las féminas otro de cuatro dominicanas, entre ellas Jaquelín Cedeño, madre soltera de tres hijos, quien vino de Puerto Rico hace cuatro años, tras enterarse por una hermana suya que aquí “se pica bien” como peluquera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario