
El estudio no sólo examinó el contenido de ácidos grasos en la leche materna y dieta de las mujeres sino las costumbres de amamantamiento en ambos lugares y los correlacionó con el desarrollo del cerebro infantil.
Los ácidos grasos Omega-3, en particular el ácido docosahexaenoico (ADH), son considerados fundamentales durante el desarrollo fetal del cerebro y hasta los dos años y medio de vida de los niños. Las deficiencias de este elemento en la dieta del menor pueden resultar en severos retrasos cognitivos y visuales y repercutir también en la salud general de los adultos.
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